Terror global, respuesta nacional

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de septiembre de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.

George Bush se enfrenta al terrorismo. Su país ha recibido un ataque, presumiblemente exterior, y el presidente tendrá que responder para castigar a los culpables y evitar en el futuro nuevas agresiones. Técnicamente hablando, puede ocurrir que Estados Unidos haya sido objeto de un acto de guerra a cargo de una potencia extranjera, con lo que todos los aliados atlánticos estarían en guerra con el atacante, si es un Estado independiente.

José María Aznar ha sido claro en este sentido: España está vinculada al Tratado del Atlántico Norte, y actuará en consecuencia. Son nuestras obligaciones internacionales, y la única postura admisible es la total lealtad hacia el Gobierno nacional en este momento crítico.

Las cosas son meridianamente claras, si finalmente se dilucida que el acto terrorista es un acto de guerra a cargo de una potencia hostil. Si en cambio el atentado fue obra de grupos terroristas internacionales, o en todo caso sin la cobertura y aliento de un país soberano, el asunto se hace espinoso. La OTAN no está concebida para este tipo de enemigos, ni puede estarlo. Las obligaciones españolas serían derivadas de la amistad, no de los tratados. No se puede declarar una guerra a un grupo de delincuentes, por sofisticado y poderoso que sea; y esa es una contradicción grave del Nuevo orden Mundial, que hace que todas las guerras sean civiles, y por consiguiente inaprehensibles con los instrumentos jurídicos y militares tradicionales.

Para España es una ocasión importante. Nuestro país es víctima de un terrorismo bárbaro y sangriento, tan bárbaro y sangriento, éticamente hablando, como el de Nueva York. Sabemos que la cooperación internacional y la firmeza absoluta de todos los Gobiernos son imprescindibles para acabar con el terrorismo. El terrorismo es un mal en sí, y si de la masacre americana surge un acuerdo internacional, universalmente vinculante, para reprimir del terror, ETA puede tener sus días contados. No hace falta para llegar a esto renunciar a parcelas de la soberanía nacional de cada uno: basta con rejuvenecer y hacer efectivos los ya probados instrumentos de cooperación diplomática, informativa, policial y militar. Alguno tiembla en la profunda Vasconia al ver qué potencia se le puede venir encima.

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de septiembre de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.