Una España unida y con voz en Europa

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de mayo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero y Borrell, en el fondo, ni siquiera están tratando de conseguir el respeto de los países europeos, a los que han cedido todo a cambio de unos apretones de manos propagandísticos.

1 de mayo. Una España con voz en Europa. Se podría desear más, tal vez una España respetada, una España fuerte, una España influyente. Pero los tiempos invitan a la prudencia, y los españoles estarán satisfechos si los resultados del 11 M y del 14 M respetan a la nación su unidad y su capacidad de ser escuchada.

Ambas cosas están en riesgo, como fruto de la conjunción de un Gobierno partidista e improvisado con unos rivales interiores y exteriores deseosos de tomarse la revancha por los años pasados. Porque, en efecto, no cabe duda de que en el anterior ciclo político la unidad de España estaba defendida -aunque podía haber obtenido más y más permanentes garantías- y de que el país había recuperado una capacidad de acción exterior que no a todos gustaba.

El 13 de junio se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo. Dichas elecciones servirán de refrendo a la ampliación de la Unión que en estos días celebramos, y podrán servir para plantear también debates de gran importancia, como el relativo a la llamada Constitución europea, y a su engarce con la soberanía nacional. Pero, al menos en España, esa cita electoral va a tener una importante lectura interior.

En las elecciones europeas deberían elegirse representantes dignos de España, y debería dirimirse esencialmente quién asume la defensa de los intereses españoles en el Continente. Pero la coalición que de hecho gobierna España ha convertido esas elecciones en una segunda vuelta de las elecciones generales de marzo, lastradas ante la opinión pública por las circunstancias que las rodearon. Y en ese afán por legitimar su acceso al poder, tanto Zapatero como Borrell parecen dispuestos a no hablar de Europa, ni de los errores de los ministros Espinosa y Moratinos.

Parecen, en cambio, enteramente dispuestos a no detener el grave proceso de deterioro de la convivencia nacional. Los planes secesionistas vascos y catalanes no están recibiendo de los nuevos gobernantes el rechazo exigible, ya que aquellos votos fueron y son necesarios para asaltar la Moncloa. Zapatero y Borrell han planteado una campaña electoral diseñada a su medida por sus medios de comunicación, en la que este problema no se trate, pero en la que en cambio se insista machaconamente en la versión progre de la situación iraquí.

Zapatero y Borrell, en el fondo y en la forma, ni siquiera están tratando de conseguir el respeto de nuestros socios europeos, a los que han cedido todo a cambio de unos cuantos apretones de manos propagandísticos. Y lo realmente grave es que las consecuencias de esta situación, y de estas elecciones, pueden ser permanentes.

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de mayo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.