Aguirre – Gallardón, un duelo al sol con consecuencias

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de octubre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Por el bien de la democracia, hay que desear que el Congreso popular se celebre en paz y armonía, y que venza democráticamente el mejor, o la mejor. Pero ese deseo no todos representan igual, en talante ni en contenido, lo que el PP es y desea seguir siendo.

Como toda España sabe ya, hay dos candidatos para presidir el Partido Popular de Madrid. Como todo el mundo sabe, uno de ellos es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; y, aunque no todos lo recuerdan, el otro se llama Manuel Cobo. No se trata de un nombre difícil de recordar, pero para muchos es un alias de Alberto Ruiz-Gallardón.

Esta circunstancia marca una de las peculiaridades del debate interno en el PP madrileño: mientras que una de las candidaturas ha mostrado abiertamente sus nombres y sus rostros, la otra reserva su identidad. Y no es cobardía de Ruiz-Gallardón, porque no se trata ni de un cobarde ni de un indocumentado. Es, para muchos, un gesto de altivez, de pretendida superioridad sobre los demás afiliados.

No es la única diferencia entre las dos opciones entre las que deben elegir los afiliados del PP. Para unos, los cercanos a Aguirre, el PP es plural y todos caben en él, siempre que se respeten ciertas normas y se acaten los principios esenciales del partido. Para otros, los cercanos a Gallardón, lo único esencial es vencer elecciones y para hacerlo la única receta es -dicen, aunque con otras palabras- seguir el camino del actual Alcalde de la Villa hacia la socialdemocracia.

Curiosamente, se trata de un enfrentamiento entre pluralismo y una variante del pensamiento único, reproducida precisamente en el partido que ha dicho ser y es el hogar natural de las libertades individuales y colectivas. Muchos afiliados, y sobre todo muchos votantes, están perplejos.

A esta situación contribuye la acción política del PSOE. El PSOE no gobierna España, y de hecho no ha hecho nada esencial en política interior salvo plantear una serie de reformas socio – sexuales. Como el PP, lógicamente, ha denunciado esos proyectos por liberticidas, está siendo acusado de reaccionario. Y la tenaza se completa, justamente, porque una parte del PP, no por convicción sino por puro cálculo a corto plazo, estaría dispuesta a aceptar la política sexual del PSOE. ¿Eso es el «centro integrador»?

Por el bien de la democracia, hay que desear que el Congreso popular se celebre en paz y armonía, y que venza democráticamente el mejor, o la mejor, y que todos acepten el resultado y se unan para defender la propuesta popular. Pero ese deseo no coloca a todos en igualdad. No todos representan igual, en talante ni en contenido, lo que el PP es, ha sido y desea seguir siendo, al servicio de España y de los ciudadanos. Porque el talante no es aceptar el programa del adversario.

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de octubre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.