Hugo Grocio

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de abril de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Hugo Grocio es uno de esos personajes que todos los que hemos estudiado derecho o Ciencias Políticas, al menos hace unos años -y supongo que también ahora- hemos tenido que afrontar con más o menos éxito. Pero además de en los exámenes, después de ellos, ese conocimiento que en algún tiempo algunos temieron que fuese inútil termina por no serlo. Y voy a explicar, en estos minutos, no sólo qué es o qué fue Hugo Grocio sino también algo de lo que afecta.

Sobre todo porque no soy un especialista en la materia; la he estudiado, desde luego, pero sobre todo, a lo largo de unos cuantos años ya, he notado su vigencia, su importancia para nosotros.

Hugo Grocio, Hugo Grotius o Hugo de Groot (Delft, Holanda, 1583 – Rostock, Alemania, 1645).

Jurista, escritor y poeta, dicen de él. Pero esencialmente un jurista, un teórico del Derecho en una Europa dividida por las guerras de religión. Un protestante, pero esto es lo de menos: la novedad es la misma para todos.

Dicen que fue un niño prodigio. Lo dicen de muchos… Comenzó sus estudios de derecho en Leiden (Holanda) en 1594, en los que se doctoró cuatro años más tarde en Orleans (Francia).

En 1599 empezó a ejercer de jurista en La Haya. También intervino en la vida pública, viéndose implicado en ocasiones en disputas religiosas y políticas.

En 1606 publicó de forma anónima Mare liberum, breve tratado donde afirmaba que el mar no era propiedad de nadie, sino territorio internacional que todas las naciones eran libres de utilizar a su antojo. La disputa sobre la propiedad o nacionalidad de las aguas tenían un trasfondo económico, ya que afectaba al comercio internacional. Pero también moral

A causa de sus controversias religioso-políticas acabó finalmente en la cárcel en 1618. Los años que estuvo en prisión se dedicó a leer con intensidad. Se fugó en 1621 con ayuda de su esposa y huyó a París. Obtuvo una pensión reducida que completaba con su trabajo como escritor.

Su libro De iure belli (1625) fue el primer tratado sistemático sobre el derecho internacional, cuyas bases ya habían sido sentadas porla escuela española de Francisco de Vitoria. Transmitió y difundió por Europa las ideas de la Escuela de Salamanca. En De iure belli también se analizan conceptos como la guerra, la guerra justa, e instituciones de derecho privado tales como contratos, ventas o relaciones familiares. Intentó establecer un sistema que permitiera a los gobiernos negociar entre sí dentro de un marco jurídico. Y distiguen-cosa que hoy se ha olvidado desgraciadamente- que el ius ad bellum (l derecho a hacer una guerra justa) no exime del ius in bello (que la guerra tiene límites y no todo vale: el siglo XX y el XXI han olvidado las dos cosas, por desgracia).

Regresó a Holanda en 1631, pero tuvo que huir de nuevo al año siguiente y fue a refugiarse a Hamburgo. Por mediación de un alto diplomático sueco volvió a París como embajador de Suecia, cargo que ejerció hasta 1644. Murió en Rostock durante un viaje a Suecia.

Al igual que Francisco Suárez, y en línea con la tradición católica, con Aristóteles y Santo Tomás, afirma que el derecho internacional proviene del derecho natural y del derecho de gentes. El derecho internacional es independiente de la teología o de la existencia de Dios, lo que implica que en las relaciones internacionales no se puede diferenciar entre naciones cristianas e infieles.

Es un paso decisivo en la afirmación de las libertades modernas, uno de los momentos más significativos del proceso de reconocimiento de los derechos-los derechos de los indios tras el descubrimiento de América, la tolerancia religiosa en los siglos XVI y XVII, los derechos políticos en la Inglaterra del siglo XVII- A caballo de todo eso se coloca, en un extremo, nuestros juristas de Salamanca, en el otro el inglés Hobbes y en el centro Hugo Grocio, cn una inspiración cristiana pero no intolerante, con un lenguaje jurídico romano, con un lenguaje filosófico griego. Europa entera, diríamos.

Ha estado de moda hacer de Grocio un anticipador total de la modernidad filosófica y jurídica. No creo que sea exacto, salvo que consideremos, sobre todo su influencia Thomas Hobbes y en su Leviatán. Pero Grocio es un europeo de formación clásica, que desarrolla lo esencial de su actividad antes de la guerra civil europea constituida por loa Guerra de los Treinta Años.

En lo esencial, sus enseñanzas no se separan ni siquiera de la tradición tomista. Y recordamos bien que para Santo Tomás la Ley debe reunir una serie de características para ser válida -que sea un ordenamiento de la razón, orientado al bien común, promulgado por quien tenga autoridad para ello- que aún se estudia, supongo, y que presupone la existencia de un orden moral. No un orden moral perfecto, desde luego, pues habrá guerras, y la guerra puede ser justa, y de hecho estará presente en la historia del hombre mientras dure. La guerra y el mal, regulados con realismo. Si algo podemos recordar en estos días de Grocio -y de Hobbes, por cierto- es un cierto realismo, que algunos quieren descalificar como pragmatismo y escepticismo. Y sin embargo, tanto en la vida política internacional como en la nacional, siempre será necesario llamar a las cosas por su nombre y gestionar los problemas tal y como son, prescindiendo de ensoñaciones utópicas. Tal vez esto sirva, además, para que os acordéis de Hugo Grocio.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de abril de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.