Los disidentes, ma non troppo

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Iñaki Azkuna, el alcalde de Bilbao, está asustado. Tiene miedo porque cree que el referéndum de su lendakari, Juan José Ibarretxe, «no va a salir», y además va a crear problemas en «el Partido» -el PNV, ni que decir tiene- y quizás genere un ambiente de desánimo o de división. Esto, además, dicho al día siguiente del Día del PNV, tiene su importancia.

¿Qué importancia? La que cada uno quiera darle, pero con cuidado. Desde que José Luis Rodríguez Zapatero ocupa La Moncloa España está tan ayuna de buenas noticias que vengan del Norte que se acoge con alborozo toda duda, sombra o matiz que venga del entorno abertzale. Aún está fresca la tinta de unos cuantos artículos aplaudiendo a Josu Jon Imaz, desde posiciones antinacionalistas, dando por supuesto que su disidencia respecto a Ibarretxe era ideológica. Pero Imaz era tan disidente como lo es hoy Azkuna: cuidado, cuidado.

Por supuesto que en el PNV hay disidentes, y no sólo Imaz y Azkuna. Como en todos los partidos, hay rivalidades personales, lucha por un puesto al sol, y además importantes divergencias tácticas, sobre cómo y cuándo alcanzar los objetivos comunes. Porque eso es lo esencial: la disidencia versará sobre nombres, sobre tiempos y sobre formas, y será un dato político relevante siempre que se recuerde que todo el nacionalismo vasco, y por consiguiente el PNV, cree que Euskadi es una nación que por consiguiente tiene el derecho y el deber de ser un Estado.

Disidentes, sí, pero no en el fondo de los asuntos. Los disidentes del PNV pueden temer que los planes de Ibarretxe fracasen, que lleven al nacionalismo a una derrota histórica, que favorezcan el crecimiento -y el sorpasso- de la izquierda abertzale batasuna, o que por otra parte lleven a una reacción españolista que anule el terreno avanzado en la «construcción nacional». Son disidentes, pero porque quieren ser ellos los protagonistas, y por otros caminos, de la independencia que desean. Con esa disidencia, y no con la que cada uno quiera imaginarse a su capricho, es con la que hay que hacer las cuentas.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.