Un coronel que no era progre en medio de la España maricomplejines

Por Pascual Tamburri, 21 de enero de 2009.

No todos los servidores de Carme Chacón se han rendido. Alguno resiste en medio de los fastos ecopacifistas progres y de las reverencias de sumisión de los acomplejados.

Contaba en diciembre Paco Berrocal, pero es noticia oral creciente e incesante desde mucho antes, que en medio de mucha sumisión a la ministra Carme Chacón le ha salido un grano de dignidad. Dignidad de la de antes, dignidad militar, dignidad si se quiere anticuada en las formas pero, a falta sea de nuevas maneras buena es siempre la dignidad. La cosa viene de Mallorca pero, como todas las epidemias de dignidad, nunca se sabe dónde puede llegar.

En medio de la decimoctava reestructuración de las Fuerzas Armadas resulta que se disuelve el Regimiento de Artillería Mixto nº 31, de Palma de Mallorca. Eso ya no es ni noticia. Los almacenes del Ministerio (porque Museo como tal no lo hay, recordemos) deben de estar llenos de banderas coronelas archivadas, testimonio de viejas glorias que nadie recuerda ya. La noticia es más bien cómo respondió a un burócrata uniformado, al final de la disolución, el coronel jefe del Regimiento.

«-¿Y la bandera del regimiento?
-¡La bandera del regimiento! Pues sí, claro, la bandera del Regimiento también, claro, la empaqueta y la manda a Capitanía, hasta que se vea qué se hace con ella…».
-Ya, pero para retirar la bandera de su urna, donde se guarda y luce en la sala de banderas, hay que cumplir con unas normas y ellas exigen formar la unidad, una banda de música y una guardia de honor que…
-Bueno, hombre, eso era antes, quiero decir que eso es un decir. La bandera…
-Mire usted, la bandera del RAMIX-91, entérese bien y no le quepa la menor duda, mientras dependa de mí y sea de mi competencia, no sale de su urna si no es custodiada por la guardia y ésta con la bayoneta calada y las armas en presente rindiéndole los honores debidos, mientras la banda de música toca el himno nacional y con el Regimiento, o lo que queda de él, formado y de gala, y si no nos mandan una banda, que no tenemos ya ni un pobre corneta, pues entonces los que quedamos tararearemos y diremos chunda, tachunda, y si no es así esa bandera seguirá en su urna hasta que las ranas críen pelos, cojones.»

Yo entiendo a los obsequiosos servidores de Chacón. En la España progre de Zapatero la bandera regimental es un objeto inútil. Adam Smith, Karl Marx y el conde de Tracy coincidirían en señalar su inutilidad. Estoy seguro en cambio de que ni Manuel Fraga ni Alberto Ruiz-Gallardón, pese a su actual fama, renunciarían a la debida ceremonia. Esa bandera, en sí misma y para quien recuerde la naturaleza de las cosas, es algo casi sagrado. Ha sido besada por muchos miles de hombres que ante ella han jurado dar su vida por España. Ha sido defendida bajo el fuego enemigo por muchos españoles, y no pocos han muerto bajo ella. Hasta hoy no han sido derogados los honores debidos a la bandera de un Regimiento. Lo llamativo, lo anormal, lo agradable de saber, es que un coronel en activo ha tenido el valor de recordarlo a alguien que se puso nervioso al oír lo que quizás él mismo dijo y enseñó en otros tiempos.

No hay que escandalizarse de que en la España progre se trate así a las banderas. De hecho el progre es coherente consigo mismo, sea la ministra en su papel, sea quien le sirve yendo más allá del deber militar; son progres, como esos sacristanes apolillados que uno se encuentra por ahí, predicando por ejemplo el ecopacifismo mundial mientras siembran cizaña, querellas y maledicencias a su alrededor. No hay que enfadarse con ellos, son sólo progres. Lo normal habría sido que el coronel también fuese progre.

Puestos a escandalizarse y enfadarse son más molestos los acomplejados, los que sí saben y más o menos sí dicen creer cosas distintas de las predicadas por la corrección política progre. Porque de ellos sí que hay que esperar cosas distintas, y muy a menudo sólo tenemos sumisión a las modas del momento. ¿De qué me vale saber qué es España, conocer su pasado y haber estudiado sus glorias y miserias si a la hora de la verdad prefiero quedar bien con el entorno, hablar con desdén del «esencialismo» (pero no del ajeno, claro) y renunciar a una explicación clara de la verdad para presentar una cara que quiero creer más amable? Para nada, vanas ilusiones: la incoherencia que nace de los complejos sólo multiplica el desprecio del otro y aun el del progre genuino. Sólo una identidad clara proporciona a la vez libertad y verdadera capacidad de dialogar. Yo quiero conocer a ese coronel, a todo esto.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 21 de enero de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/coronel-progre-medio-espana-maricomplejines-92117.html