Un libro contundente para los dos siglos de la teoría más polémica

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de febrero de 2009.

La teoría de Charles Darwin es científica y no religiosa. Un libro explica cómo la evolución de las especies no se opone a la creación del mundo excepto para una minoría radical.

Medard Kehl S.J., Contempló Dios toda su obra y estaba muy bien. Una teología de la creación. Traducción de Marciano Villanueva Salas. Herder, Barcelona, 2009. 632 pp. 38,27€

El 12 de febrero de 2009 se cumplen dos siglos del nacimiento de Charles Darwin (1809-1882). La evolución nació de él como teoría científica para explicar la diversidad de los seres vivos, y aunque no ha superado técnicamente el rango de teoría en muchas de sus afirmaciones más controvertidas ya ha cambiado nuestra visión del mundo. La editorial Herder está prestando la máxima atención al aniversario, y ha publicado un libro destinado a ser polémico.

Medard Kehl es un jesuita alemán, profesor de teología dogmática en Frankfurt y en este libro despliega todo su saber como docente e investigador. Decir esto puede anunciar los mayores horrores de erudición para quien tenga ciertos prejuicios, pero en Kehl la combinación de alemán, universitario y jesuita resulta asombrosamente ligera. Esta Teología de la Creación es un tratado universitario del más alto nivel en su especialidad, pero a al vez resulta una lectura amena para quien quiera entender sin anteojeras la postura de la Iglesia Católica sobre la ciencia moderna en general y sobre la evolución biológica en particular.

Por encima de los méritos científicos de Darwin y de su teoría, que en su versión primera está ampliamente superada pero que en su intución general sigue siendo utilizada, Kehl plantea los límites entre ciencia y fe. El jesuita, como la mayor parte de los católicos –otra cosa cabría decir de ciertos grupos protestantes radicales- no es creacionista, si por creacionismo se entiende la afirmación de la literalidad de la Biblia como narración cierta y precisa de la historia del mundo y de los hombres. El creacionismo sería así una exageración, una intromisión indebida de la teología en el campo opinable de la ciencia. Pero igualmente indebida es la intromisión de la ciencia en el campo de la teología, al pretender que la creación entre en contradicción con la revelación.

¿Por qué el cristiano Darwin va a servir a la propaganda atea?

En Kehl es evidente la formación escolástica, pero también el conocimiento a todas las modernas escuelas filosóficas y teológicas, y la familiaridad con la ciencia y sus desafíos. El jesuita platea abiertamente si –dado el predominio mediático al menos del cientifismo expansivo- el ateísmo es un elemento intrínseco de las modernas concepciones sobre el cosmos. Su argumentación es poderosa y fundamentada, y su conclusión es negativa: que la evolución se confirme o no como teoría no afecta en nada a la fe, ya que el Creador puede servirse de la evolución tanto como del barro. Todas las explicaciones científicas sobre cómo es la Tierra en nada condicionan por qué es así.

Kehl no rehuye ninguna de las cuestiones polémicas de nuestro tiempo, y se muestra comprensivo con el aparente ateísmo de ciertos científicos cegados por la importancia de sus propios descubrimientos. Las afirmaciones científicas, en la medida que lo son, no son incompatibles con la fe cristiana y su cimiento bíblico y teológico. En otro libro de Herder Carlos Castrodeza (La darwinización del mundo) explica cómo «el darwinismo biologiza la realidad en todas sus dimensiones posibles»; pero de la evolución de Darwin y de los científicos al darwinismo militantemente ateo hay un salto lógico en el vacío, que en este libro encontramos perfectamente explicado.

Hay para Kehl un orden en los seres vivos que difícilmente puede deberse a la casualidad y que en ningún caso puede proceder de la nada. Frente a la evolución de Darwin ha habido dos tipos de reacciones integristas (opuestas entre sí), y una amplia gama de apoyos matizados. No hay que olvidar que Darwin es un científico, y que trata de ceñir su trabajo y sus conclusiones a la realidad material observable. Es un error afrontar el debate con argumentos metafísicos, sean cuales sean éstos. Tan erróneo es así el prejuicio creacionista literal como el evolucionista ateo. Lo espiritual existe, y no procede de la evolución; lo racional existe, y no pude provenir de lo irracional; las casualidades existen, pero la probabilidad de que en un universo surja nuestra ordenada variedad biológica y culmine en la humanidad es muy inferior a que la de extraer aleatoriamente letras de un bombo y escribir el Quijote. Es la mejor respuesta posible al planteamiento radical e integrista –tanto como el creacionismo- del científico británico Richard Dawkins, quien dice que «la existencia de Dios es tan improbable como toparse con un unicornio o con una hada». Kehl se coloca tan lejos del creacionismo como del mundo de hadas de los ateos disfrazados de científicos.

Kehl va incluso más allá y propone una lectura no defensiva sino integradora de Darwin. Si entendemos el mundo y sus habitantes como un universo complejo en el que sólo somos invitados, el hombre tiene la responsabilidad de cuidar el mundo, y siendo su dueño debe rendir cuentas de su gestión. Llevado a su extremo el evolucionismo bien entendido se convierte en ayuda y no en obstáculo a las pruebas tradicionales de la existencia de Dios. Citando a teólogos tan variados como el padre Teilhard de Chardin y Joseph Ratzinger, Kehl ve en la creación un punto de conexión con otras confesiones religiosas antiguas y modernas, y con la sensibilidad ecológica, a menudo agnóstica pero no atea, tan frecuente en nuestros días. Esa riqueza de interpretaciones, la calidad de la prosa, la accesibilidad de la traducción de Marciano Villanueva Salas y la riqueza de las fuentes hacen de este libro un regalo interesante, no sólo para el católico militante sino para quien quiera entender cómo la fe y la razón, para la Iglesia, no se enfrentan sino que se sirven mutuamente. Pese a quien pese.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 12 de febrero de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/libro-contundente-para-siglos-teoria-polemica-92918.htm