Fiesta y celebración de la destrucción que no llegó… por poco

Por Pascual Tamburri, 14 de septiembre de 2011.

Este 14 de septiembre Olite (Navarra) celebra sus fiestas locales. Entre las cosas que hoy conmemora está su salvación de la destrucción y la guerra. No toda España ha tenido tanta suerte.

Durante bastantes siglos, el convento de San Francisco ha sido la mayor institución de Olite. No sólo sigue siendo un gran espacio y un gran conjunto de edificios enriquecidos y agrandados a lo largo del tiempo, sino que ha congregado la mayor comunidad intelectual y espiritual de la ciudad. La relación entre Olite y sus frailes ha sido estrecha, pero no carente de problemas. Todos ellos se han superado, pero más de una vez hemos estado a punto de perder para siempre esta privilegiada y prestigiosa presencia.

Probablemente el momento más difícil de esta historia, más difícil incluso que la Desamortización, que los intentos de disolver las órdenes mendicantes y que la situación actual, fue la Guerra de Independencia. No fue entonces cuestión sólo de que los franciscanos desapareciesen, sino que el mismo edificio estuvo a punto de ser arrasado. Faltó poco y la historia de por qué no fue así merece ser contada.

A lo largo del año 1812, Navarra estuvo ocupada por una División de tropas francesas, mandada finalmente por el general Abbé y con su cuartel general en Pamplona, entre la Ciudadela y el palacio virreinal, después Capitanía General. Era, según la opinión del mariscal Jules Bessières, una de las mejores divisiones de infantería de Napoleón I, aunque su comportamiento con los navarros no fue precisamente ejemplar.

Frente a ellos y contra el doble intento de anexionar Navarra a Francia y de instalar un régimen afrancesado los navarros combatieron duramente. Tras la batalla de Tudela y hasta la de Vitoria no hubo unidades militares del Ejército regular español, y los navarros lucharon en la División de Navarra, que empezó como una guerrilla y terminó como una poderosa fuerza de más de 15.000 hombres armados y uniformados. Fue una lucha sin cuartel contra los franceses, y Olite sufrió sus represalias, como es recordado por la lápida en memoria de los vecinos fusilados. Muchos murieron por España, incluyendo al alcalde Juan Ignacio Rodeles en 1811.

Los franceses habían convertido en un fuerte invulnerable el convento de San Francisco de Tafalla, y con esa base y su apoyo controlaban lo que hoy conocemos como Zona Media de Navarra. Tafalla era uno de los pocos reductos que, junto a Pamplona, permitían a las tropas de Napoleón mantenerse sobre el terreno, es decir imponer su ley y recaudar impuestos tanto en metálico como en productos del campo. Una vez librada por los guerrilleros españoles la primera parte de la guerra, la lucha por el control de la Navarra rural, lo único que quedaba a los franceses era esas fortalezas y patrullar por las vías de comunicación (la carreteras) entre ellos, es decir básicamente de la frontera a Pamplona y de Pamplona a Zaragoza pasando por Tafalla y Tudela, además de algunas pequeñas guarniciones sueltas. Si perdían la posibilidad de tener esas bases a medio camino los franceses sabían perderían completamente Navarra.

Olite no fue ocupado permanentemente por los franceses, aunque en distintos momentos 3.500 soldados franceses pasaron por aquí durante la misma guerra, viniendo desde Tafalla, Tudela o Pamplona, y utilizaron en sucesivas ocasiones algunos de sus edificios, como por ejemplo el Mesón municipal, que además dejaron inhabitable. Una y otra vez los franceses llegaban, detenían a supuestos colaboradores de la guerrilla, imponían contribuciones en dinero, se llevaban bienes de valor, requisaban animales, alimentos e incluso trabajadores y se marchaban, como lo hicieron en enero de 1810.

Sabido es que el convento de San Francisco actual es el levantado a mediados del siglo XVIII en sustitución parcial del original, del siglo XIII. El Palacio y el Convento eran la base natural para los franceses si hubiesen ocupado permanentemente Olite. Si su ocupación en Tafalla hubiese tenido éxito no cabe duda de que el siguiente paso habría sido instalarse definitivamente en Olite. Y fue su fracaso en Tafalla lo que permitió que se salvase parte del castillo, como sabemos, y del convento, que es algo que se suele recordar menos.

¿Por qué aguantaron hasta 1813 los franceses atrincherados en San Francisco de Tafalla? «Invulnerable» o «inexpugnable», para un guerrillero de aquellos años, era cualquier edificio o fortificación que no pudiese asaltarse por fuerzas de Infantería. Y los guerrilleros navarros sabían que sin Artillería nunca podrían desalojar a los franceses de donde quisiesen instalase. A finales de enero de 1813, la Armada británica desembarcó clandestinamente en Deva (Guipúzcoa) dos cañones pesados, dos piezas «de a doce reforzadas» que servían precisamente para derribar muros, murallas y fortificaciones. El duque de Wellington, que ese mismo año pensaba avanzar desde la Meseta hasta Francia, tenía mucho interés en que Espoz y Mina le «limpiase» Navarra de franceses, y para eso necesitaba esos enormes y pesadísimos cañones, capaces de disparar proyectiles de doce libras a un kilómetro de distancia y para cuyo transporte se necesitaban como mínimo cuatro tiros de seis bueyes cada uno. ¡Menudo espectáculo!

Los franceses estaban en Tafalla, encerrados en San Francisco y confiados de que no podían ser expulsados de allí. De hecho, si su táctica hubiese seguido adelante otros lugares –como Olite- habrían sido ocupados también. Sin embargo, a principios de febrero de 1813 la división de Navarra estableció su base en Olite y se presentó ante Tafalla con sus cañones. Bombardeado duramente el convento, se rindió en cinco días. Tras los daños recibidos en el ataque, fue completamente destruido por los navarros. De hecho, del convento tafallés –un edificio del siglo XV- hoy no quedan ni las ruinas. Y en cambio el de Olite aquí está.

Tras desalojar a los franceses de Tafalla, efectivamente, Espoz y Mina no sólo destruyó su fuerte sino que además ordenó la destrucción del palacio tafallés –que fue completa, y a la vez la del convento y el palacio de Olite. Dice en sus Memorias «…inmediatamente se destruyeron todas las fortificaciones, y otro tanto mandé que se hiciesen con las de Olite, que fueron abandonadas por los enemigos». La Regencia había dado órdenes de destruir todas las fortalezas francesas… aunque aquí siempre se ha discutido por qué destruir el los castillos, y el convento de Olite, que al fin y al cabo no habían sido usados por los enemigos.

La verdad es que, mientras que la destrucción fue total en Tafalla sólo fue parcial en Olite. El palacio, como es sabido, fue incendiado, pero el grueso de su destrucción viene de su abandono y de su uso como cantera de materiales de construcción, a lo largo de los siglos y muy especialmente en el XIX y primer tercio del XX. Los franceses, por su parte, habían inutilizado el mesón, el trujal del Chorrón y la ermita de Santa Brígida. El convento tiene otra historia. A mitad de febrero de 1813 el convento de san Francisco fue parcialmente derribado para evitar que se usase como cuartel por los franceses. La destrucción fue parcial, pues se respetó la iglesia y el claustro más la sacristía y algunas celdas, desmontándose las demás y probablemente reutilizándose sus materiales. A diferencia de Tafalla, la estructura básica del convento se respetó, de manera que en el siglo XIX se volvió a habitar, mientras que nada queda del de Tafalla.

Es verosímil pensar que si los franceses se hubiesen instalado en Olite en vez de en Tafalla se habrían invertido los términos: el bombardeo con artillería habría sido contra el convento de Olite, probablemente se habría destruido del todo y no en parte, y seguramente el destino del palacio habría sido el que fue el de Tafalla. Y así, hoy hablaríamos del Palacio de Tafalla y de los franciscanos de Tafalla. Sin embargo, cuando pudieron volver volvieron a Olite, y por suerte aquí han estado todo este tiempo. Una decisión casi casual de un general francés y unos cañones bien utilizados así lo han hecho posible. Igual merece más la pena alegrarse por lo que sí conservamos que lamentar lo que se perdió… ya que otros perdieron mucho más. Así es la guerra.

Pascual Tamburri, en el Programa de Fiestas Patronales editado por el Ayuntamiento de Olite.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de septiembre de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/fiesta-celebracion-destruccion-llego-poco-116872.html