Los reyes abdican. En España también, aunque no les guste

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de febrero de 2013.

Juan de Borbón nunca fue rey. Fue marino británico, voluntario falangista, apoyo de Franco, tradicionalista y demócrata tardío. Y nada de eso sirvió para cambiar el destino de los Borbones.

José García Abad. Don Juan, náufrago de su destino. El retrato más íntimo y personal del padre del rey. La Esfera de los Libros, Madrid, 2013. 384 pp. 23,90 €.

La reciente abdicación de la reina Beatriz de los Países Bajos, justo cuando más bajo está el prestigio de la Casa Real de España y de la familia Borbón, ha levantado una vez más un debate en los medios y en la sociedad sobre si convendría que don Juan Carlos cediese el paso al príncipe de Asturias. La respuesta oficiosa es la que siempre ha sido, y que ya dio título a un libro de Jaime Peñafiel, El rey no abdica: la idea que se intenta hacer llegar a los españoles es que nuestros reyes, no se sabe si por tradición de la monarquía hispana o por costumbre familiar de los Borbones, no abandonan nunca en vida su alta magistratura.

El problema de esta idea, como de muchas de las utilizadas por los neomonárquicos de las últimas décadas, es que no tiene fundamento. Y no hay que ir muy lejos en la historia para encontrar un ejemplo absolutamente opuesto, dentro incluso de la versión hagiográfica políticamente correcta: Isabel II renunció a sus derechos, en el exilio, para dar paso al que sería con el tiempo Alfonso XII; Alfonso XIII hizo exactamente lo mismo, y además prescindiendo de los derechos de sus dos hijos mayores, cosa que es al menos discutible que pudiese hacer; y el infante don Juan de Borbón, titulado después príncipe de Asturias y hasta conde de Barcelona, entrego esos derechos a su hijo sin haberlos ejercido. Así que, llegado el caso o apretando la necesidad, los Borbones de España sí abdican.

Más que oportuno ha sido en esto y en todo lo que se refiere a la historia personal y pública del difunto don Juan de Borbón el libro de José García Abad, recién publicado con La Esfera de los Libros, Don Juan, náufrago de su destino. No porque no haya libros dedicados en todo o en parte al padre del rey, sino porque hacía falta uno que contase también las partes menos nobles, menos conocidas y más ignoradas de la vida del augusto personaje… partes que en buena medida explican cómo y por qué nunca fue rey (algo para lo que, de todos modos, no había nacido), y cómo influyó tanto en la política española como en la definición de la personalidad de don Juan Carlos.

Don Juan nació hace un siglo y murió hace veinte años. Vivió una vida larga y plena, en la que tuvo muchos problemas, como es por otra parte esperable, pero nunca padeció la pobreza, no al menos como se concibe ésta entre los que nunca fueron sus súbditos. García Abad cuenta y describe, relajadamente y con la serenidad que da la distancia en el tiempo, la vida de un Infante en una familia real destruida por las enfermedades de sus hermanos mayores y por la más que problemática relación entre sus padres. No hizo falta la República para que la familia Borbón tuviese muchos problemas, ni para que muchos españoles, con o sin razón, la considerasen un problema para el país.

El autor sugiere, considerando la juventud del infante, que se sintió más a su gusto en la Royal Navy y entre la aristocracia internacional en el exilio de lo que se había de sentir después al verse forzado a actuar como heredero de un padre al que temía y a la vez reverenciaba. Don Juan tenía un concepto muy elevado de la monarquía y de su dinastía, un concepto que no admitía concesiones en el fondo a ninguna opinión que no fuese avalada por «el peso de los siglos». Curiosamente, y esto es algo que García Abad documenta, don Juan y Francisco Franco tenían un ideal monárquico muy parecido, con la única y muy importante diferencia de quién había de ser el titular de la corona. Los derechos sagrados y eternos aducidos por algunos aduladores de don Juan no eran tales, porque es fácil entender las muchas cosas discutibles, teniendo a la vista sólo un árbol genealógico. Y al final los españoles tienen la monarquía que Franco quiso para ellos, en el Estado que Franco reconstruyó y con la persona que él eligió.

Don Juan pasó medio siglo en un dorado y cómodo exilio, pero nunca, excepto para sus cortesanos, fue rey de nada. Cuando en 1977 renunció a sus derechos –o abdicó, para sus íntimos- se limitó a aceptar la instauración de una nueva monarquía, franquista y monárquica, en su hijo. Seguramente quien lea este libro notará que la renuncia fue dura para don Juan, pero que aún más duro fue, como dice García Abad, que la ´abdicación´ fuese considerada un gesto «innecesario, gratuito, irrelevante«. Hay muchos e interesantes datos sobre las relaciones entre don Juan y don Juan Carlos, y entre ambos y los políticos, los empresarios, los banqueros. Datos que nunca más oportunamente podrían haber salido a la luz que hoy.

Los Borbones han introducido, por razones familiares, una mentira en el mausoleo de reyes del monasterio de El Escorial, puesto que no ha reinado aún un Juan III. Don Juan de Borbón nunca lo fue, y ni él ni su hijo fueron ni son jefes dinásticos de la familia Borbón, cuyas ramas española y francesa están técnicamente unidas, según las normas tradicionales, en don Luis Alfonso, hijo del duque de Cádiz. Eso sí, si los matrimonios morganáticos son causa de exclusión dinástica los Borbones tienen entre manos un problema más… por si fuesen pocos. En todo caso, entre muchas cosas más que en las actuales circunstancias hacen sonreír al lector, lo que queda claro es que los Borbones sí pueden abdicar.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 1 de febrero de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/reyes-abdican-espana-tambien-aunque-guste-126902.htm