Un verano frío, un otoño caliente

Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de agosto de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

El PNV obedece a Eta y corteja a Batasuna

Eta dicta su ley. Etarras y batasunos han advertido a Arzallus: la unidad nacionalista depende del celo independentista de Ibarretxe. El 26 de agosto Batasuna empezará a ser ilegal, y poco después vencerá el chantaje planteado del PNV a Aznar. Así terminará el verano. A partir de septiembre, España necesitará políticos patriotas y gobernantes sin miedo. Más que nunca.

En nombre del pueblo español

Un reciente documento nacionalista, redactado por Javier Arzallus, firmado por el PNV e inspirado por Eta, afirma textualmente: «Un pueblo es una personalidad, una voluntad de libre expresión y de libre ejercicio. La voluntad de nuestro pueblo ha sido negada, manipulada o limitada al uso de la fuerza, incluida la militar». El nacionalismo vasco afirma, así, que un pueblo-nación, por el hecho de serlo, tiene un derecho permanente a definir su propio destino.

Y es cierto. Sin duda, sin excusa, sin matiz, Javier Arzallus tiene razón: existen las naciones, existen los sujetos colectivos, y están dotados de elementos objetivos y subjetivos de reconocimiento. Nada vale más que la libertad y la identidad de una comunidad popular.

Arzallus tiene razón, pero se equivoca de nación. El pueblo oprimido, privado por las armas y la mentira de su identidad y de sus libertades, engañado y acobardado, es el pueblo español. España, única nación de vizcaínos y guipuzcoanos, de alaveses y navarros, tiene derecho a la autodeterminación, y a empezar esa autodeterminación librándose de la mentira vasquista y de la inexistente «nación» vasca.

No se trata sólo de la evidente voluntad mayoritaria de los españoles de 2002, vascos incluidos: se trata de un hecho objetivamente indiscutible, a diferencia de la entelequia sabiniana. España es la patria común e indivisible de todos los españoles, dicho en términos de la vigente Constitución.

El nacionalismo asesino sólo puede ser combatido con dignidad y eficacia desde un patriotismo español integrador, generoso y sin complejos, porque la retórica ñoña del individualismo progresista no tiene nada atractivo que ofrecer a las masas nacionalistas ni a los defensores de la verdad.

Sin miedos, sin timideces: el pueblo español está cansado de ser mal defendido, y de ver cómo durante décadas esas malas defensas de la verdad se han convertido en otras tantas victorias de la mentira. No es fácil saber qué compromisos unen al PNV, EA y gobierno vasco con Eta y Batasuna, pero es seguro cuáles son los objetivos de tal unión. Por una vez, parece que el Gobierno de la nación no está dispuesto a chalanear frente a esta coalición delictiva y sus múltiples chantajes u coacciones.

Aznar tiene detrás un pueblo unido. Defiende la verdad, algo que el separatismo jamás hará. Tiene medios institucionales y materiales para afrontar cualquier eventualidad que el nacionalterrorismo pueda desencadenar. Precisa sólo una voluntad política para usar esos medios sin pudores intempestivos, una conciencia clara de estar defendiendo una causa justa y un sentido radical de servicio al pueblo. Si frente al absurdo disgregador nuestros gobernantes son capaces de ofrecer firmeza y un proyecto nacional alternativo e ilusionante, el otoño puede significar un revulsivo para esta vieja nación europea.

Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de agosto de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.