Guinea: una isla de terror en (otro) mar de petróleo

Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de enero de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

El segundo país más corrupto del mundo. Uno de los cuarenta y nueve más pobres del planeta. Una dictadura sangrienta en manos de un clan familiar y militar. Una farsa de elecciones. Violación continua de los derechos Humanos. Todo hace de Guinea Ecuatorial país candidato al ostracismo internacional. En sus informes de 1992, el Departamento de Estado norteamericano hablaba de Guinea como de «una oligarquía tribal», y España colaboraba con Estados Unidos apoyando a la oposición democrática.

A partir de 1993, las cosas cambiaron. En esa fecha, las compañías petroleras estadounidenses empezaron a explotar los riquísimos y desconocidos yacimientos de hidrocarburos en aquella plataforma continental. Oro negro a espuertas, para los financieros de Nueva York y para el clan Obiang Nguema. Silencio a partir de ahí, en Washington, sobre la impresentabilidad del régimen político de nuestra vieja colonia.

España buscó petróleo y, oficialmente, nunca lo encontró. Que el hallazgo se ocultase por alguna razón sería motivo de una novela y no es de momento materia política. Pero lo cierto es que España, que tiene hoy en Guinea intereses económicos mucho menores que los de Francia (Elf) y Estados Unidos, sí tiene allí imprescriptibles intereses morales.

De repente, en la búsqueda desesperada de militares profesionales para nuestro escuálido ejército, hemos recordado a los guineanos. E insistimos por lo demás en la pertenencia de Guinea a la comunidad hispánica de naciones, aunque el dictador Obiang mantiene su bien pagada esquizofrenia francófila. Pero todo eso no basta, y resulta hasta vergonzoso.

El interés petrolífero internacional sostiene la dictadura guineana, y más en esta coyuntura irakí. España es el único país que aplica sanciones, sin ningún resultado porque la tiranía africana tiene ahora capitales mejores hacia las que mirar. Las sanciones, llevadas a un contexto europeo, tendrían más visos de efectividad. La presión, llevada a la ONU, haría sonrojarse incluso a los representantes de Estados unidos. España puede dar pasos hacia la liberación de una Guinea demasiado tiempo olvidada. Los próximos dos años de protagonismo son la oportunidad también de desenredar la madeja que la diplomacia tardofranquista y felipista tanto contribuyó a enredar.

Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de enero de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.