Solos en la oposición

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de abril de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

En España se da una situación poco habitual en democracia: un solo partido está en la oposición, y frente a él se está fraguando una coalición unida sólo por la voluntad de destruir.

5 de abril. Una parte del Partido Popular confiaba tal vez en una relativa distensión de las relaciones entre la nueva mayoría y la nueva oposición, en parte por la gran envergadura del primer partido minoritario, en parte por las circunstancias en las que se produjeron las elecciones. El PSOE, se podía pensar, cultivaría realmente esas relaciones caballerosas que en otros tiempos exigió, y respetaría ciertos puestos de cortesía al PP. En el Senado, por ejemplo, se decía, se podría respetar la mayoría popular y dejar la presidencia a la mayoría de la Cámara.

El presidente del Senado, sin embargo, y contra muchas esperanzas, va a ser socialista. El PP no tiene nada que ofrecer al resto de grupos minoritarios, y Coalición Canaria -que del PP sólo ha recibido bienes en los años de gobierno- ha entregado en este caso sus votos al nuevo poder. Alguien podía esperar otra cosa, pero era vana ilusión. Para ser oposición hay que recordar que se es oposición, con todas las dificultades que esto comporta, y con todas las desilusiones para quien quiera ser iluso.

El PSOE ha logrado unir a todos contra el PP. La mayoría fraguada en las Cámaras conforma, para un Zapatero de hecho en frágil mayoría relativa, un Gobierno de coalición. Con ZP, o mejor dicho con el equipo que a ZP le ha sido dado, gobiernan todos los nacionalistas y regionalistas, además de los comunistas. Todos juntos derribaron al PP, y todos juntos esperan disfrutar ahora de los frutos de la victoria. Zapatero cree necesitar esta coalición, o al menos quien decide en el PSOE ha decidido esto.

Ahora en España se da una situación poco habitual en una democracia: un solo partido está en la oposición, y frente a él se fragua una coalición de Gobierno cuya única fuente de unidad es la voluntad de andar en dirección opuesta a los ocho años pasados, y deshacer la obra de esas dos legislaturas.

Esto coloca al PP en una posición difícil, ya que sólo puede esperar oponerse, y en su momento vencer, por sus propias fuerzas. Ni los errores de los demás -que los habrá-, ni su improbable división, van a bastar: el PP tiene sobre sí todo el peso de la oposición. Sus representantes deben ser conscientes de la responsabilidad que recae en ellos, dada la identidad y los planes de quienes gobiernan y cogobiernan.

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de abril de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.