Otegi más presidente que Urkullu, rumbo a Navarra y la independencia

Por Pascual Tamburri, 21 de octubre de 2012.

Los resultados vascos confirman que la ‘tregua’ sólo beneficia… a ETA. El nacionalismo, independentista como nunca, recupera el predominio. ¿Habrá limpieza étnica, habrá resistencia?

Nunca se había tenido tanto miedo al minuto siguiente de ganar unas elecciones, y nunca desde tiempo inmemorial había unas elecciones sin ETA matando (pero no por eso menos real). El PNV ha triunfado en el conjunto de las tres provincias vascas, demostrando una fuerza más que secular que en pura lógica debería hacer lehendakari a su candidato Urkullu. Ahora bien, el PNV ganaría en Vizcaya, como siempre, pero no en Guipúzcoa, donde sería segunda fuerza tras Bildu. Tras los abertzales, las fuerzas constitucionalistas se alejan de las moquetas del poder, y ponen muy fácil que desde Vitoria se siga el ejemplo secesionista de Artur Mas.

En el mejor de los mundos posibles (desde el punto de vista del PNV) Urkullu habría ganado por sí mismo estas elecciones. Pero no vivimos en el mejor mundo, sino en éste, y en él el PNV tiene una ajustada mayoría relativa (27), que permitirá formar un gobierno jeltzale monocolor en minoría, apoyado externamente según los casos. El horizonte de los nacionalistas parece ser ese y no otro: un gobierno peneuvista con apoyos externos de Bildu (21) en lo que se refiera a la «construcción nacional» y del PSE-PSOE (16) en lo que se refiera a las inevitables y duras medidas económicas.

Ahora bien, no está claro que al menos Bildu vaya a aceptar esa posición subordinada. Tras un largo eclipse los batasunos vuelven a la legalidad, dirigen la Diputación Foral de Guipúzcoa, el Ayuntamiento de San Sebastián y se consolidan por muy poco como segunda fuerza electoral del País Vasco. A sus fidelísimos les han prometido independencia y socialismo, de manera que no pueden transigir fácilmente con toda la política económica del PNV y no pueden renunciar a un avance hacia una situación como la catalana. Bildu pedirá más, y sobre todo pedirá que no se hagan concesiones a PSOE y PP (10). Quien quiera los votos batasunos tendrá que pagar por ellos, como es lógico.

Justamente ahí, entre los constitucionalistas, están las grandes dudas de estas elecciones. Para gobernar hacen falta al menos 38 de los escaños, y el PNV necesita al menos una fuerza auxiliar y preferiblemente dos. Supuesto que Bildu sólo lo será para sus propios negocios, una de las fuerzas constitucionalistas o las dos deberían apoyar los recortes y las reformas de Urkullu en el gobierno regional, porque los batasunos no lo van a hacer. Seguramente el sentido de la oferta del PNV, de un consenso amplio, sea este: unas veces pactar con unos, otras veces con los otros, pero el gobierno siempre para el PNV. Este cálculo tiene dos problemas: que los interesados tienen que querer (y el PP no está para perder más votos por su derecha nacional), y que todos ellos tienen antes que poder (y eso es seguro en Bildu y en el PSOE, pero no en el PP, que ha dejado de ser primera fuerza en Álava también y que paga aunque menos que los socialistas el precio del regreso de Batasuna y el cansancio de sus votantes más fieles) .

Los resultados de Álava son especialmente llamativos por el avance de Bildu, por la victoria del PNV y por quedar el PP, antes primero, en tercer lugar. Aquí, como en el resto del País Vasco, si es verdad que Urkullu ha ganado las elecciones, es aún más cierto que el triunfador es Arnaldo Otegi y su séquito. La diferencia entre Bildu –fuerza emergente- y el PP y sobre todo el PSE-PSOE –fuerzas decadentes- es casi sólo una: mientras que unos han querido y sabido ser ellos mismos, han difundido sus ideas, han movilizado a su gente y se han ganado nuevas voluntades, los otros, a menudo obnubilados por la moderación, la prudencia y el temor, ni han ganado por un lado ni han conservado por otro. De ahí la debilidad de PSOE y PP; y de ahí la abstención y el predominio nacionalista, que no es real en la sociedad.

¿Y ahora qué? Habrá quien de esto concluya que los grandes partidos deben ponerse de acuerdo, y habrá quien se lo crea. Habrá quien diga que deben moderarse, y habrá quien se lo crea. No lo hagan ustedes: Bildu sin duda ni excepción, y el PNV en parte, es una sigla que reúne a enemigos de España. Con ellos sólo caben acuerdos en materias menores, porque en lo central y decisivo pactar con ellos es zapar los cimientos de la convivencia nacional. Si el PNV pacta con Bildu sólo va contra su identidad burguesa y clerical, pero no contra la separatista (y ahora, con tantos hijos del clero en ambas siglas, la diferencia se va achicando). Pero ni el PSOE puede dar carta blanca a los hijos de Sabino, ni el PP actuar more Bolinaga como si esto fuese el patio del colegio. Si han de gobernar, que lo hagan solos, y ya nos ocuparemos e la resistencia que sin duda se merecen.

Es tiempo de resistencia

En la víspera de las elecciones, Santiago Abascal y la Fundacion DENAES izaron la bandera de España en la cima más alta del País Vasco, el monte Gorbea, y llamaron a una gran movilización nacional el próximo 6 de diciembre en la Plaza de Colón de Madrid. Y es que, ya que no todos los políticos lo recuerdan, habrá que hacer presentes algunas ideas no por poco mencionadas menos ciertas: ni el pueblo vasco ni ninguna de sus partes es soberano; ninguna provincia o grupo de provincias de España tiene derecho a la autodeterminación; ninguna mayoría política de una opción sectaria localista, por grande que sea la mayoría en su terruño, tienen legitimidad para cambiar la posición de tales gentes, y más recordando que una parte consistente de ellas votan contra tal opción, contra sus propuestas y actuarían previsiblemente contra ellas si llegase la hora de otros medios, dentro y fuera de las tres provincias vascas. Si lo han olvidado, habrá que recordárselo.

La victoria de Bildu y PNV es más bien una derrota de sus adversarios, y son éstos los que tendrán que revisar sus políticas visto su fracaso. Las blanduras y las contemplaciones han dado en esta noche electoral todas las dimensiones de sus posibilidades: buenas para los abertzales, malas para España. Es tiempo de resistencia, de plantar cara, de decir no en vez de chalanear. La bandera de España puesta por Denaes significa que también por aquí hay hombres y mujeres dispuestos a ser coherentes con sus convicciones y a convertirlas en política, caiga quien caiga, como han hecho nuestros enemigos. Es el único camino.

No se nos oculta que al PNV y sus sacristías les sientan bien las situaciones complejas y aun enrevesadas como ésta. Pero no creo yo que les apeteciese llegar tan lejos y tan bajo, ni estar tan cerca de caer en manos de los etarras, a los que conocen bien y cuyo rencor conocen también. Urkullu será «el lehendakari de los recortes», ya veremos con qué mayoría, ya veremos por cuánto tiempo y ya veremos con qué apoyos. Para los jeltzales, volvemos al orden que nunca debieron romper los socialistas (es decir ellos en el poder, cómo no)… pero no nos dicen por cuánto tiempo van a conseguir gestionarlo ellos. ¿Y luego qué? ¿Otegi? ¿Zabaleta? De ese atasco sólo se sale con un salto adelante, que sólo puede ser un salto a la independencia, o cuando menos un salto a la anexión de la ahora débil Navarra. Bien, habrá quien les esté esperando con el cariño habitual.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 21 de octubre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/otegi-presidente-urkullu-rumbo-navarra-independencia-124889.html